Estaba pasando por una etapa de mucho estrés laboral y otros problemas. No encontraba una salida a mi situación, no sabía cómo gestionar el malestar que estaba sintiendo. Sentía mucha ansiedad y cada vez me costaba más afrontar el día a día, no tenía ganas de hacer nada.
Al trabajar con terapia, empecé a ver las cosas con más perspectiva. Me sentí escuchada, comprendida y validada. Pude expresar lo que sentía en un lugar seguro y tomar decisiones de forma un poco más consciente. Empecé a entenderme y a cuidarme, a escuchar a mis emociones y lo que me estaban “pidiendo”. Tras todo esto me sentí mucho mejor. Poco a poco empecé a retomar las actividades que me gustaban y me hacían feliz. También me aparté completamente del entorno laboral como medida de auto cuidado. Ahora no siento ansiedad y estoy mucho más tranquila en esta nueva etapa. Me levanto con más ganas, tengo más energía, hago actividades que siempre me han gustado y había dejado de hacer. Además, no siento tanto malestar ante los problemas del día a día, puedo tomármelos con más calma.