Mujer con los brazos cruzados sonriendo

A pesar de ser psicólogo (sí, los psicólogos también podemos ir a terapia), había una serie de cuestiones sobre mi vida que no lograba entender. Necesitaba alejarme del foco y a alguien que desde fuera me aportase otro punto de vista que me ayudase a encajar algunas piezas sueltas. Alejandra cumplió ese papel a la perfección. Su profesionalidad se hace palpable desde el minuto uno, sabiendo escuchar, dirigir la terapia y acompañar en el proceso; y todo desde un marco terapéutico basado en la evidencia científica (algo que por desgracia no abunda). Además, es una persona respetuosa, amable, cercana y simpática. Sin duda, recomendable al 100%.

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